EL SIGLO DE HIERRO DEL PAPADO

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La Papisa Marozia

Anteriormente habíamos visto el proceso de feudalización de la iglesia, por el cuál la iglesia romana se insertó dentro del sistema feudal y empezó a ser mediatizada o controlada por la nobleza, produciéndose así, una confusión de intereses entre ambos grupos sociales. Esta confusión desembocaría en parte, en una relajación de las costumbres y en una pérdida de credibilidad de la institución eclesiástica y papal. Esta crisis llegará a su cenit en el periodo conocido como Siglo de Hierro del Papado, des de las postrimerías del siglo IX hasta bien entrado el siglo XI. La principal característica de este periodo será la debilidad de la institución papal, que se convierte en una herramienta de la nobleza para satisfacer sus ambiciones políticas.

Para representar con unas breves pinceladas y mostrar el grado tal de decadencia del papado, hablaremos ahora de un periodo de veinticinco años que los historiadores románticos han querido bautizar con el llamativo nombre de Pornocracia (que sería algo como «gobierno de las prostitutas») o Pontificado de la Papisa Marozia. Se trata pues, de un cuarto de siglo en el que una sola persona, una mujer llegó a controlar todo el Papado.

Los condes de Túsculo, un pequeño condado del Lacio, se convirtieron en una de las familias más poderosas de Roma a principios del siglo X. El patriarca, Teofilacto I era el juez palatino de Roma, es decir que ejercía el máximo cargo administrativo dentro de la iglesia y que a demás era una suerte de representante imperial en la capital espiritual. Teofilacto I estaba casado con Teodora, una mujer de armas tomar que ejercía el poder de facto en Roma a través de su marido.

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El Papa Sergio III

Los condes tenían una hija llamada Marozia y a la que casaron con Alderico I, duque de Espoleto, un ducado que cubría la zona alta del río Tíber. Así con esta alianza matrimonial pudieron controlar todo el entorno de la ciudad de Roma, que era casi como controlar la propia ciudad. Sin embargo como sucede con los matrimonios por interés, Marozia se buscó un amante, un diácono romano llamado Sergio. Este había intentado ser elegido Papa mediante intrigas, en diversas ocasiones y por este motivo el Papa Formoso decidió alejarlo de Roma hasta que en el año 903 el Papa León V le permitió regresar.

Mientras Sergio aproximaba posiciones con los condes de Túsculo, el Papa León V fue depuesto y recluido en un monasterio hasta que un día apareció asesinado. El cardenal Cristóbal, que había orquestado el encarcelamiento y asesinato de éste, se apresuró a proclamarse Papa. Pero la dicha le duró poco, puesto que un mes más tarde y con la ayuda de Teofilacto I y su esposa, Sergio hizo encarcelar a Cristóbal y más tarde ordenó su estrangulamiento. Así se convirtió en el Papa Sergio III.

Con este pontificado se consolida el poder de los condes de Túsculo en la ciudad, aunque paradojicamente fue este Papa el que autorizó la fundación de la Abadía de Cluny, que andando el tiempo será el germen de las voces más críticas contra esta intromisión de los poderes laicos. Sergio murió de viejo el año 911 y huelga decir que será el último Papa en fallecer de muerte natural durante una larga temporada. Su sucesor fue Anastasio III, colocado también por los condes, quiénes ordenaran su asesinato dos años más tardes. Le sustituirá Juan X.

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El Papa Juan X

Juan X tuvo un pontificado relativamente largo, hasta que demostró que no estaba dispuesto a ser la marioneta de los Túsculo y que tenía ambiciones propias que satisfacer. En el año 924 murió asesinado (parece ser que era la norma en la época) Berengario I, a la sazón rey de Italia y emperador de Romanos. Con él se extinguió definitivamente el imperio Carolingio y el título de emperador permanecerá vacante hasta que Otón I sea coronado en el año 962, dando así comienzo al Sacro Imperio Romano Germánico. Por la corona de Italia disputaban, a este lado del ring Rodolfo II de Borgoña, quién ya le había disputado el trono a Berengario I y quién probablemente urdió su asesinato; al otro lado del ring encontramos a Hugo de Provenza (también llamado Hugo de Arlés), que era además el candidato del Papa Juan X. Los condes de Túsculo se inclinaron por Rodolfo II, sin embargo ambos candidatos llegaron a un acuerdo y Hugo se convirtió en rey (título que debemos recordar era nominal, puesto que eran los nobles locales, como vemos, los que tenían el poder real). Esta pequeña victoria le costarán al pontífice  el cargo y la vida.

Marozia, que entretanto se había quedado viuda y se había vuelto a casar con Guy de la Toscana, ordenó a su marido tomar por las armas el palacio de Letrán (el Palacio de Letrán fue la sede papal hasta el siglo XIV). Juan X terminó sus días encarcelado, asfixiado con una almohada en el año 928. Unos meses más tarde le seguiría en su destino, su sucesor León VI, quién también había sido colocado por Marozia. Podemos observar así como los papas son meros peones en manos de los condes, quiénes los ponían, deponían y eliminaban a capricho. En el año 931 fue también asesinado el Papa Esteban VII, puesto y asesinado, oh sorpresa, por Marozia.

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El Papa Juan XI, hijo ilegítimo de Sergio III y Marozia.

Después de Esteban VII, Marozia hizo nombrar Papa a un hijo ilegítimo suyo que había tenido con el Papa Sergio III, éste era Juan XI y será el último del pontificado de Marozia. En el año 929 Guy de Toscana murió y Marozia decidió que se casaría con Hugo de Provenza (rey de Italia, a pesar de los condes de Túsculo, si lo recordamos) pero había un ligero inconveniente porqué Hugo ya estaba casado. Así que Marozia obligó a su hijo a anular este matrimonio y se pudo casar. Sin embargo otro hijo de Marozia, Alderico II, duque de Espoleto, se opuso enérgicamente. El duque aspiraba a ser rey de Italia y vio este matrimonio como una traición, entonces tomó por las armas la ciudad de Roma, expulsó a Hugo de la ciudad y ordenó el encarcelamiento de su hermano y de su madre en el castillo de Sant’Angelo, en donde ambos morirán en los años 935 y 936, respectivamente. El siguiente Papa será León VII, elegido por Alderico II y con quién empieza un nuevo periodo de este Siglo de Hierro.

Este largo siglo nos dejará en total más de 40 papas y antipapas, pocos de los cuales morirán de manera natural. Los papas serán puestos, depuestos, encarcelados y asesinados según los intereses de la aristocracia romana, al mismo tiempo que la institución va perdiendo su prestigio. También es cierto que este Saeculum Obscurum o Siglo Oscuro, como también se lo conoce, es un periodo en el que la leyenda se confunde con la realidad. Es un periodo de fuertes enfrentamientos nobiliarios, por tanto tenemos bandos victoriosos que escriben la historia y bandos derrotados que son victimas de la tergiversación y de las medias verdades. No podemos descartar que la historia de los condes de Túsculo contenga una buena parte de leyenda negra, como siglos más tarde les sucederá a los Borgia. Además de este periodo tenemos otras leyendas como aquella de la Papisa Juaa o la del Papa Formoso, que ya muerto, fue sacado de su tumba para ser juzgado por los duques de Espoleto.

Paralelamente empieza a gestarse la semilla de la reforma necesaria en un monasterio de Borgoña.

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El castillo de Sant’Angelo fue visitado por muchos papas durante el Siglo de Hierro.

 

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