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LOS INDOEUROPEOS

La prehistoria constituye aún hoy día un terreno misterioso en el que quedan muchos cabos por atar. Así, resulta difícil establecer una línea de evolución entre las culturas del paleolítico, neolítico, calcolítico y edad del bronce, al no existir textos escritos, solamente la arqueología puede ayudarnos a llenar vacíos, con la ayuda de otras ciencias como la filología o la antropología.

Por tanto, nos quedan muchos interrogantes por resolver referentes al origen de pueblos europeos antiguos como los latinos, los griegos, los celtas, los iberos, los ilirios, los etruscos, los germanos y tantos otros. El estudio de las lenguas nos puede ayudar a trazar caminos. Des de muy antiguo se reconoce la afinidad existente entre la mayoría de lenguas europeas: las germánicas, las latinas, las eslavas. Esto tendía a explicarse por la influencia cultural del latín y del griego que indudablemente habían dejado su huella sobre el resto de lenguas. Sin embargo a medida que el mundo se hacía más grande y se establecía contacto con otras culturas, los interrogantes se multiplicaban. Por ejemplo en el siglo XVI algunos comerciantes italianos se maravillaban de las semejanzas del italiano con el sánscrito de la India, o los eruditos alemanes que se percataban de las similitudes de su lengua con el persa.

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Tabla que muestra la semejanza de algunas lenguas indoeuropeas.

De esta manera en los siglos XVIII y XIX se desarrolla la teoría del origen común de las lenguas europeas así como del persa y el sánscrito. A esta protolengua se le llamó lengua indeuropea, aunque se barajaron otras opciones como indoaria o indoislandesa (por ocupar el islandés y el hindú los extremos geográficos del área de influencia de dicha lengua). Antes de que el nazismo devaluara el término ario, este era el nombre que se daba en la India a una de las castas superiores y también el nombre que se daban a si mismos los persas (no en vano la palabra Irán deriva de ario).

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Lenguas indoeuropeas vivas.

El grupo indoeuropeo es el grupo de lenguas más hablado e incluye: las lenguas latinas (francés, español, catalán, rumano, italiano…), las lenguas germánicas (inglés, alemán, sueco, danés, holandés…), las lenguas célticas (irlandés, bretón, gaélico…), las lenguas eslavas (ruso, checo, serbocroata, polaco, búlgaro…), las lenguas baltoeslavas (letón y lituano), el griego, el albanés, el armenio y las lenguas indoiranias (persa, pastún, bengalí, hindí-urdú, cingalés, nepalí, kurdo…). Es un vasto grupo que incluye la gran mayoría de lenguas del continente europeo (excluyendo al euskera, maltés, turco, húngaro, estonio y finlandés) y ocupa buena parte del Asia Central (Armenia, Irak, Iran, Afganistán, Pakistán, Nepal, Sri Lanka, Bangladesh). Además faltaría incluir las lenguas indoeuropeas ya extintas como el hitita (en Turquía), el ilírico (en los Balcanes), el tracio (en Bulgaria), el frigio (en Turquía) y el tocario (en China).

Se encuentran semejanzas en el léxico, en el uso de sufijos para indicar el caso y el tiempo verbal así como la composición de estos. Por ejemplo los números tienen muchas similitudes. También el nombre de algunos animales como el perro o la vaca tienen una forma parecida, esto hace pensar que la separación de las culturas indoeuropeas se produjo en un estadio tardío del neolítico. Colores como el rojo son semejantes, en cambio puede que no conocieran otros como el azul o el verde, ya que muestran una mayor variedad. Esto no es descabellado pensarlo, si tenemos en cuenta que ni el latín ni el griego tenían una palabra para describir el color azul.

Y ¿de dónde procedía dicho pueblo y porqué se separó? Aquí no hay consenso. En el siglo XIX se pensó que los pueblos indoeuropeos vivían en el centro y este de Europa, los celtas en el Rin, los germanos en el Báltico, los griegos en los Balcanes, etc. Pero Europa es demasiado pequeña como para explicar la fragmentación de las lenguas derivada de un éxodo. Otra teoría sitúa su origen en la vertiente norte del Himalaya, desde donde en oleadas sucesivas irían expandiéndose hacia el oeste. Hoy en día esta teoría también está descartada, el descubrimiento de algunas lenguas extintas como el hitita o el tocario constituyen una especie de eslabón perdido que ha llevado a muchos investigadores a situar la cuna de los indoeuropeos al norte del Mar Negro, siendo así una derivación de la cultura Kurgán.

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Área nuclear de la cultura indoeuropea y zonas de expansión.

La mitología también constituye una valiosa herramienta, pensamos que los indoeuropeos conocerían una triada de dioses que se mantuvo en las diferentes culturas, por ejemplo la triada hindú de Indra-Mitra-Varuna, los latinos Júpiter-Marte-Saturno, los griegos Zeus-Urano-Ares, los germánicos Odín-Thor-Tyr. Són divinidades relacionadas con el cielo, el rayo, la guerra. Muchos de estos panteones evolucionaron de manera distinta, porqué fuera una religión sincrética que adoptaba los dioses de otros lugares con los que entraban en contacto.

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Representación del dios Varuna, el señor de los cielos, hómologo hindú de Urano o Saturno.

De este pueblo del que poco conocemos, no podemos hablar de una raza, más bien se trata de una cultura que englobó a pueblos distintos en una zona geográfica específica al final de la prehistoria. Inferimos que eran una cultura guerrera, conocían la domesticación del caballo, así como la forja del hierro, su sociedad estaba muy estratificada y en ella el elemento masculino debía de ser el elemento central (frente a las culturas mediterráneas matriarcales).

LA ISLA DEL PORTITXOL

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La isla del Portitxol y la Mona

Como una tortuga que tomase el sol varada en la cala y disfrutase de las aguas del Mediterráneo, encontramos así el islote del Portitxol. La cala de la Barraca, al lado de la cual se encuentra la isla, fue des de antiguo un lugar en el que embarcaciones fenicias, romanas o de piratas y contrabandistas, en épocas más recientes, fondeaban.

En la actualidad la isla se encuentra deshabitada, sin embargo se han encontrado restos que nos hablan de una intensa ocupación durante la época romana. Debieron de ser los romanos quienes construyeron dos pequeños puertos artificiales para arribar a la isla. Hoy en día queda poco, algunos muros de bancales y otros que formaban edificios. El pintor de Xàbia Segarra Llamas la visitó en el año 1947 y nos dejó un relato en el que afirmaba que no era difícil encontrar paseando por aquel entonces, restos de metal, vidrio, cerámicas, tejas o piedras de pavimento. Incluso afirmaba que los restos de estructuras que había, junto con elementos arquitectónicos como capiteles, revelaban la existencia de alguna vivienda noble o incluso de algún templo de alguna deidad romana. Ahora bien, parece complicado de imaginar que en este islote de 8 hectáreas residiera alguna familia patricia o que algún dios tuviese un santuario. Fuera más plausible por tanto, pensar en algún tipo de explotación económica.

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Vista aérea de la isla en la que se pueden observar restos de estructuras y una casa de construcción reciente.

El geógrafo griego Estrabón (64 a.C-19 d.C) en su Geografía, nos habla de una ciudad llamada Hemeroscopeion, situada entre el río Sucron (probablemente el Xúquer) y la ciudad de Cartago Nova (Cartagena), esta ciudad tiene una pequeña montaña o promontorio del cual se extrae hierro. Así mismo cerca hay una laguna de sal y dos islotes llamados Planesia y Plumbaria, respectivamente, tal vez aquí el geógrafo nos hablase del Cabo de la Nau y del Cabo de Sant Martín, de la hoy desaparecida laguna del Saladar, de la isla del Portitxol y del islote de Ambolo, aunque todo esto son suposiciones.

Volviendo a la arqueología, Segarra Llamas continua contándonos que había dos enterramientos con lucernas, elementos que señalan una ocupación en época paleocristiana. Y desgraciadamente poco más conocemos sobre la ocupación de la isla. La volveremos a encontrar en una historia del obispo Gregorio de Tours (538-594) según la cual, durante una de las tantas guerras civiles visigodas, las tropas del rey Leovigildo atacaron un monasterio situado en un lugar indeterminado entre Sagunto y Cartagena. Los monjes corrieron a refugiarse en una isla cercana. Muchos en otros el historiador Roc Chabás, quisieron situar este breve episodio en Xàbia, de manera que la isla en cuestión fuese la del Portitxol, pero no se ha encontrado ninguna evidencia.

Por otra parte, los bancales de piedra seca con viñas y árboles frutales que aún se podían ver a principios del siglo XX, nos hablan de otro uso de la isla como lugar de explotación agrícola, en un periodo reciente en el que la tierra buena escaseaba y aquellos que tenían menos recursos, habían de vivir con tierras de menor calidad. La isla fue de la familia Cholbi hasta que fue vendida a la familia Quero en el siglo XVIII.

Para llegar al mirador de la isla, des del centro de Xàbia hay que coger la carretera del Cabo de la Nau-Pla y seguirla todo recto hasta encontrar la carretera del Portitxol.

RUTA DE LAS CRUCES (III) DEL PORTITXOL A LA VILLA

Esta última etapa cubre los 8 kilómetros aproximados que median entre la Cruz del Portitxol y la Cruz del Portal del Clot, en el casco antiguo de Xàbia. Esta última parte, que recorre buena parte de la costa, nos permitirá disfrutar y solazarnos con las vistas del Mediterráneo.

Bajaremos desde la Cruz por la Carretera del Portitxol y en la primera curva que encontremos, giraremos a mano izquierda por el camino llamado de la Cala Blanca. Lo seguiremos todo recto hasta encontrar de nuevo la carretera. Antes pasaremos por delante del mirador de la Caleta, un excelente sitio para detenerse y contemplar el color nacarado de sus acantilados, que poco tienen que envidiar a los de Dover. Al bajar por la calle tomaremos precauciones puesto que se trata de un camino de doble sentido y un poco estrecho y podemos encontrarnos con otros vehículos. Cuando lleguemos a la carretera tomaremos la calle de la derecha, la calle Esparta.

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Des de la Cruz (A) tomamos la carretera del Portitxol hacia abajo hasta llegar a una curva, giraremos a mano derecha por el camino de la Cala Blanca (B) y lo seguiremos todo recto hasta encontrar de nuevo la carretera, en donde torceremos a mano derecha por la calle Esparta.

Ya en la calle Esparta, avanzaremos unos 500 metros y a la tercera calle a mano izquierda doblaremos. Estaremos pues en la calle Atenas, que ha de llevarnos hasta el Arenal. Antes de llegar pero, nos encontraremos con la Séquia de la Nòria, estructura de ancestral memoria excavada sobre la piedra tosca. Sirvió para regular las aguas de las salinas, llamadas del Saladar, que hasta hace poco formaban parte del paisaje del Arenal. No en vano, esta parte de Xàbia era conocida también como la Albufereta. Así mientras avancemos por la calle Atenas, toda la vista que quedará a nuestra izquierda, son los restos de esta laguna litoral. Volviendo a la Séquia, la circulación del agua era controlada mediante compuertas de madera, a las que se les añadió una gran rueda en tiempos medievales (la noria que le da el nombre) que facilitaba enormemente esta tarea.

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La Séquia de la Nòria

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Vista del Saladar. (fuente: Xabiaaldia)

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Por la calle Atenas (A) todo recto llegaremos hasta el Arenal (C), pero a medio camino podemos detenernos a contemplar los restos arqueológicos de la Séquia de la Nòria (B).

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A medio camino por la calle Atenas, tropezaremos a mano derecha con una acequia, la Séquia de la Nòria, que llega hasta el mar, cruzando la carretera. He intentado aquí representar de manera un poco rústica, el trazado de la acequia.

Reanudando nuestro camino, continuaremos hasta llegar al Arenal, el núcleo de población turístico de Xàbia por excelencia. El Arenal ha sido poblado des de antaño, como lo demuestran los restos romanos que se conservan, pero el hecho de que hasta hace bien poco fuera un lugar pantanoso impidió el desarrollo de un verdadero lugar de población hasta décadas recientes. Por ello se trata más bien de un conglomerado de edificios, con mejor o peor gusto que tal vez adquieran interés arquitectónico en un futuro lejano. El edificio más destacado, por su tamaño sobre todo, es la Torre, bloque de apartamentos que se construyó sobre los restos desvencijados del hoy desaparecido Castillo de San Martín. El tal castillo era más bien un fortín para la defensa litoral, conocido también con el nombre de Castillo de la Fontana. Se edificó en época moderna y fue destruido a principios del siglo XIX por el ejército británico, durante la guerra de Independencia. Las tropas del rey Jorge III juzgaron que era una infraestructura que podían aprovechar los ejércitos napoleónicos y así la derribaron.

La Avenida de la Libertad es la principal arteria del Arenal y enlaza la Avenida de Ultramar con la Avenida del Mediterráneo. Nosotros continuaremos por la Avenida de la Libertad hasta que, un poco antes de cruzar el canal de la Fontana, encontraremos la próxima cruz. Ésta, que no se encuentra en su posición original, señalaba la intersección entre el camino del Montañar, el camino de la Fontana y el de la Cala Blanca.

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Des de la calle Atenas (A) llegamos al Arenal y seguimos por la Avenida de la Libertad, pasando por delante de la cruz (B) hasta llegar a la Avenida del Mediterráneo (C).

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Cruz del Arenal, detalle.

Cuando lleguemos a la avenida del Mediterráneo, podemos desviarnos a mano derecha para visitar los restos de la Punta del Arenal. Este rico yacimiento, tristemente expoliado, era una factoría romana con una pequeña villa dedicada a la icticultura o cría de peces para la elaboración . Aún pueden observarse algunas construcciones como dos grandes piscinas excavadas sobre la piedra tosca y que servían como vivero de peces. Tristemente una valla nos impide contemplar mucho más.

Volvemos a la carretera y avanzamos por la Avenida del Mediterráneo, que para la gente de Xàbia es conocida como la carretera del Muntanyar. Los dos kilómetros aproximados, que nos separan de nuestro destino, nos permitirán disfrutar del Mediterráneo y de una costa rocosa formada por piedra tosca. Un paisaje lunar de dunas de piedra calcárea fosilizadas por la acción del mar durante milenios.  Observaremos como el agua y el viento han dibujado formas caprichosas sobre la piedras, mientras que otras son el resultado de la acción humana, teniendo en cuenta que esta costa era una cantera de la que se obtenían materiales para la construcción.

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Des del Arenal (A) tenemos que seguir la carretera todo recto hasta llegar a Duanes de la Mar (B).

Duanes de la Mar es el barrio marinero de Xàbia. Su nombre se debe a la existencia  pasada de una oficina para registrar la entrada de mercancías por el puerto y cobrar los impuestos pertinentes, una aduana.  Esta aduana se apellidaba «del Mar» por oposición a aquellas otras que había en el pueblo. Este barrio se formó en las postrimeras del siglo XVIII y los inicios del siglo XIX, ya que al desaparecer la piratería, muchos pescadores se instalaron más cerca del puerto, que debía de existir des de tiempos medievales. Paralelamente empezaron a construirse almacenes para guardar los productos que arribaban y salían del puerto.

Viniendo por la Avenida del Mediterráneo, al cruzar el río Gorgos, continuamos todo recto por el paseo de la Marina Española. Pasaremos por delante de la Casa del Cable, antigua casa de telegrafía que comunicaba la península con la isla de Ibiza, fue reconstruida recientemente, con un más que dudoso estilo, para albergar un museo.

Continuando todo recto por el paseo, llegaremos a la Plaza del Alimirante Bastarreche. Aquí podremos observar la antigua cofradía de pescadores, reconvertida en oficina de turismo. En la plaza, si giramos a mano derecha podremos llegar hasta el puerto. Subiendo todo recto y girando a mano derecha a continuación, podemos contemplar la iglesia de la Virgen del Loreto. Esta iglesia fue construida en los años 60, siendo terminada en 1967. Se trata de un edificio único por su forma, que imita la quilla de una embarcación. Además el templo destaca junto con la casa parroquial anexa por su continuidad arquitectónica con el modernismo, estilo que en España se había perdido después de la guerra civil.

Si regresamos a la plaza y torcemos ahora a la izquierda, por la calle Cristo del Mar, llegaremos a una rotonda. En la rotonda tomamos la primera salida y escondida detrás de un barco, encontraremos la siguiente cruz. Ésta, que aún se encuentra en su posición original, se encuentra en el antiguo camino que comunicaba (y comunica) el puerto con el pueblo.

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Desde la avenida del Mediterráneo, tomamos el paseo de la Marina Española (A), pasaremos por delante de la Casa del Cable (B). Seguimos todo recto hasta llegar a la Plaza del Almirante Bastarreche, pasaremos por delante de la oficina de turismo (C). En el cruce (D) podemos continuar hacia arriba y girando a mano derecha, hasta llegar a la Iglesia del Loreto (E) o podemos girar a mano izquierda por la calle Cristo del Mar y seguir todo recto hasta llegar a la rotonda. En la rotonda tomamos la primera salida y así llegaremos a la cruz (F).

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Cruz del antiguo camino del mar.

Des de la cruz se nos presentan dos alternativas:

Opción A: si vamos a pie, podemos subir por el camino y disfrutar del paisaje de huertas y casas burguesas del siglo XIX. El camino sigue todo recto, enlazando con el Camí dels Bolufer hasta llegar a la calle Calderón. Aquí hay que girar a mano izquierda para llegar a la calle Cervantes. Continuamos subiendo por la avenida de Alicante y encontraremos la penúltima cruz, la del Portal de la Mar.

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Opción A: a pie subiremos por el camino de la mar des de la cruz (A), enlazando con el camino dels Bolufer y con la calle Calderón (B), giraremos a mano izquierda y llegaremos hasta la calle Cervantes (C); desde aquí seguiremos por la avenida de Alicante hasta encontrar la cruz (D).

Opción B: si vamos en vehículo no podemos subir por el camino, puesto que es solo de una dirección. Tenemos que volver entonces a la avenida del Puerto y subir todo recto hasta llegar a la avenida de Alicante, donde se encuentra la próxima cruz, la del Portal de la Mar. Pasaremos por delante del Asilo Hermanos Cholbi, edificio que data de finales del siglo XIX. Aviso para navegantes: en su tramo final la calle tiene una fuerte pendiente de subida.

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Opción B: si vamos en vehículo, des de la cruz (A), volvemos a la avenida del Puerto y subimos todo recto hasta encontrar la cruz (D), antes pasaremos por delante del Asilo Hermanos Cholbi (C).

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El Asilo de los Hermanos Cholbi.

La Cruz del Portal de la Mar se sitúa en el camino que, des del pueblo, bajaba hacia el puerto. Como su nombre indica, también estaba situada fuera de la puerta que abría a levante la muralla. En la avenida podemos observar los pequeños palacios de la burguesía, construidos entre las últimas décadas del siglo XIX y los inicios del XX. Así mismo veremos la plaza del Loreto, espacio que antiguamente era ocupado por el oratorio de la Virgen del Loreto. A este lado de la puerta vivían también los pescadores con sus familias, antes de que la piratería dejase de ser una amenaza constante.

Esta cruz, que tenemos documentada des del siglo XVIII, fue construida en 1949, tal y como se puede comprobar  en la misma cruz. Destaca sobre el resto de cruces por su profusa decoración con motivos vegetales, su tronco salomónico y la imagen de Jesucristo en la cruz.

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Cruz del Portal del Mar

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Detalle de la cruz

Ahora podemos perdernos entre las laberínticas calles del casco antiguo y visitar alguno de sus monumentos más emblemáticos como la iglesia de San Bartolomé o el Mercado Municipal. O podemos continuar hasta la última cruz, que se encuentra a unos pocos metros. Des de la cruz, tomamos la calle de la izquierda y giramos por la segunda calle a mano izquierda. Bajamos por la calle Roques y nos encontraremos ante la cruz del Portal del Clot.

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Des de la cruz tomamos la calle de la izquierda (A), giramos en la segunda calle a mano izquierda y bajamos por la calle Roques hasta llegar al Portal del Clot y última cruz (B).

La cruz del Portal del Clot se encuentra en la puerta meridional del casco antiguo, la que se abría al valle del Gorgos y al arrabal de Sant Jaume. Esta cruz, que está desplazada de su posición original, la tenemos documentada des del siglo XIX.

Ahora si, es el momento de descubrir todo aquello que esconde el pueblo, después de un largo recorrido para conocer en mayor profundidad toda Xàbia, des de la montaña al mar, pasando por sus huertas y restos históricos que han ido dejando todos aquellos que nos precedieron y que hay que conservar.

Aitor Mahiques Bataller

LA RUTA DE LAS CRUCES (II) DEL POU DE CASTELL A LA CRUZ DEL PORTITXOL

En esta segunda etapa de la ruta que propongo, visitaremos tres cruces: la del Camino Viejo de Gata, la de Tarraula y la del Portitxo. Estre trayecto tiene una distancia aproximada de 12 kilómetros y una cierta pendiente en su parte final.

En la parte anterior nos habíamos quedado en el Pou de Castell. Ahora solamente tenemos que seguir por el Camino Viejo de Gata, todo recto en dirección al este, pero antes de llegar a la Avenida de Ondara, que es la parte final del camino, tenemos que girar a mano izquierda, por la calle El Ferrol.

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Des del Pou de Castell (A) continuaremos todo recto en dirección al este y antes de llegar a la Avenida de Ondara, giraremos a la izquierda por la calle de El Ferrol (B)

Esta cruz que posiblemente fuera desplazada y se encontrase originalmente junto al camino, se encuentra delante del Cementerio Municipal antiguo de Xàbia, en funcionamiento entre los años 1834 y 1989. También encontraremos la ermita de San Juan, típica ermita de las llamadas <<de conquista>> y dedicada a los santos Juanes, Evangelista y Bautista.

El edificio de la ermita es bastante anterior al recinto del cementerio y posee elementos góticos y otros añadidos ya en época moderna. Según la documentación, el edificio fue incluso utilizado como almacén de grano en el siglo XVIII. A principios del siglo XIX, la legislación liberal obligó al traslado de los cementerios hacia fuera de los núcleos de población, como medida sanitaria.  Así el cementerio de Xàbia, que se encontraba antiguamente intra muros (es decir, dentro del recinto amurallado) fue situado junto a este recinto religioso que serviría ahora también como capilla mortuoria. Posiblemente antes de este cambio, la parte exterior de la ermita fuera escenario de las celebraciones de San Juan que tienen lugar (aún hoy) cada solsticio de verano y que por respeto del lugar funerario, fuesen trasladadas a la villa. Fue por esta época cuando también se derribó la casa del ermitaño, de la que no quedan restos salvo algunas marcas en la cara exterior de la pared septentrional de la ermita.

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Entrada del Antiguo Cementerio Municipal y Ermita de San Juan.

Ahora regresemos al camino Viejo de Gata y des de aquí avancemos hasta la Avenida de Ondara. Cruzaremos la calle y bajaremos por San Joaquín. Esta calle tiene una fuerte pendiente y conviene circular con precaución, puesto que al final nos aguarda una intersección. En ésta, tomaremos la segunda calle a mano derecha que se llama Camí de les Sorts.

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Des de la Cruz (A), bajaremos de nuevo al Camino de Gata, cruzaremos la Avenida de Ondara y bajaremos por San Joaquín, tomaremos la segunda calle a mano derecha, llamada Camí de les Sorts (B).

Si seguimos el Camí de les Sortetes, a mano izquierda descubriremos el casi extinto barrio del Ravalet («el pequeño arrabal» en valenciano), construido en el siglo XIX y abandonado después de una riada a mediados del XX. Más adelante nos encontraremos con un cruce entre el Camí de les Sortetes, el Camí de les Sorts y la Travesía de les Sortetes. Continuamos todo recto por el Camí de les Sortetes, por el que ya veníamos, continuando todo recto hasta que tropecemos con el río Gorgos. Por cierto, este lío de calles de nombres parecidos nos indican que estamos en la Partida de les Sorts, o sea de las suertes, pero nada que ver con la buena fortuna, sino que Sort o Suerte nos habla de lotes de tierra de labranza separadas unas de otras por sus lindes.

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Des del cruce de la Calle Sant Joaquim (A) tomaremos el Camí de les Sortetes hasta llegar al río Gorgos (B).

Cruzaremos el río Gorgos (que la mayor parte del año no lleva agua) y tomaremos el camino que se encuentra justo enfrente, llamado Pla d’En Roca. Éste nos llevará hasta una rotonda, en donde tomaremos la tercera salida, que es la de la Carretera del Poble Nou de Benitatxell. Continuaremos todo recto hasta que a mano derecha encontremos la Cruz Armella (o Vermella, roja en valenciano) o de Tarraula, situada entre el camino del Poble Nou, el camino viejo de Teulada y Lluca, una antiga aldea abandonada en el siglo XVI. La cruz Armella es una de las más antiguas documentadas, puesto que aparece por primera vez en un documento del siglo XVII. Además se encuentra en su ubicación original.

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Al cruzar el río, tomaremos el camino llamado Pla d’En Roca (A) hasta llegar a una rotonda (B) en la que tomaremos la tercera salida a mano derecha, la de la carretera del Poble Nou de Benitatxell. Finalmente, continuaremos todo recto y en la segunda calle a mano derecha veremos la cruz del camino viejo de Teulada (C).

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La Cruz de Tarraula, del camino antiguo de Teulada o Armella, con el Montgó al fondo.

Ahora regresaremos a la rotonda y tomaremos la segunda salida a mano derecha, la del Camí Cabanes. Esta antigua vía romana, que comunicaba la factoría del Arenal con el puerto de Dianium, nos conducirá unos 4’5km después, a una intersección. Aquí tomaremos el segundo camino a mano derecha, llamado Camí de la Calablanca que enlaza con la Carretera del Portitxol. Esta carretera podemos tomarla ya en la intersección, es la primera a mano derecha, pero el camino nos ahorra un buen tramo sin practicamente tráfico y con vistas al mar. Cuando lleguemos a la Carretera del Portitxol, solamente tenemos que cotinuar unos metros mas hasta llegar a la cruz del Portitxol, des de donde podremos disfrutar de una vista magnífica de la isla del mismo nombre.

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Des de la Cruz de Tarraula (A) volveremos a la rotonda y tomaremos la segunda salida a mano derecha, por el Camí Cabanes (B) lo seguimos todo recto hasta que lleguemos a una intersección, entre la carretera del Portitxol y el Camí de la Cala Blanca (C).

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Siguiendo el Camí Cabanes llegaremos a la Carretera del Portitxol y a un cruce (A), a mano izquierda tenemos el Camí de la Blanca, si lo seguimos todo recto, nos llevará bordeando el mar, de nuevo a la Carretera del Portitxol y a la Cruz del mismo nombre (B).

La isla del Portitxol fue un pequeño asentamiento romano, del cual se conservan algunas estructuras así como un puertecillo. Algunos siglos más tarde, según cuenta la leyenda, que a su vez procede de un relato de San Gregorio de Tours, el islote fue refugio de algunos monjes del monasterio de San Martín que fueron atacados por las tropas del rey visigodo Recaredo, de confesión arriana y en plena guerra civil contra su hijo Hermenegildo, convertido al catolicismo.

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Isla del Portitxol

Aitor Mahiques Bataller